Para empezar a hablar sobre el perfume parece obligado comenzar por referirnos al olfato que está considerado, casi siempre, como el último y menos importante de los sentidos. En el hombre está quizás poco desarrollado, sobretodo si lo comparamos con otros animales, pero está claro que a través del olfato se experimentan emociones, se despiertan deseos, se reflejan sentimientos y se transmiten sensaciones. Hay muchos recuerdos que se avivan con un olor y también por su olor identificamos a muchas personas, lugares y momentos.
En nuestros días, parece que se le está devolviendo al olfato la importancia que realmente tiene y la gente ya se preocupa de oler más y de oler mejor. Por ejemplo, en un día bochornoso de verano, de repente, caen unas gruesas gotas de lluvia que nadie esperaba … ese es el momento de oler a tierra mojada, que es un aroma inconfundible y que no todas las personas se han parado a “conocer” alguna vez.
Ya refiriéndonos concretamente a los perfumes hay que decir que han formado parte de nuestra vida desde que el hombre existe. En la prehistoria, el hombre primitivo al encender el fuego para calentarse prendió, quizás por casualidad, algunas ramas o resinas que desprendían un olor agradable generando el primer “perfume”. Incluso en la Biblia ya se mencionan el incienso (exudación del arbusto llamado “Boswelia serrata”) y la mirra (goma resinosa amarilla que se extrae punzando el arbusto “Balsamodendro”).
Pero quizá fueron los egipcios, quienes comenzaron a utilizar perfumes, tanto en su adorno personal en forma de aceites esenciales, como en sus ceremonias y rituales, principalmente para embalsamar a los difuntos ricos. El perfume egipcio más famoso es el kyfi, compuesto, entre otras cosas de mirra, jazmín, nardo, rosa e incienso. Se cree que Cleopatra era una avanzada en el uso de perfumes y cosméticos, y ese uso de la sociedad egipcia se trasladó también a sus esclavos hebreos quienes, una vez libres, se lanzaron a comerciar productos aromáticos cosméticos, sin olvidar su importancia en los ritos religiosos. En el libro del Exodo, Dios le manda a Moisés, cuando este sale de Egipto, que lleve mirra virgen, canela, cálamo, casia y aceite de oliva. Con la mezcla de estos productos se ungían los tabernáculos y la asamblea de Israel.
La estela perfumada de Egipto se expande por el Mediterraneo, atraviesa Asia Menor y llega a Grecia. Para los griegos el perfume era algo divino, de origen misterioso y durante mucho tiempo no tenían ni idea de donde procedían las maravillosas hierbas aromáticas ni las especias afrodisiacas que, a precio de oro, les vendían los fenicios, naturalmente. Los griegos, un tanto austeros, no eran demasiado aficionados a las fragancias especiadas y preferían cuidar su cuerpo y untarse con ungüentos como preparación para el deporte y es en aquella época cuando se descubren las cualidades terapeúticas de algunas plantas como el alcanfor, cuyos derivados todavía se utilizan en la actualidad para calentar los músculos.
Para las mujeres griegas, las comética era un verdadero problema, cubrían su cuerpo con cremas, se teñían el pelo y la cara y también se perfumaban. En aquella época, la técnica para la fabricación de perfumes se mejoró mucho, utilizando más las flores ya que hasta entonces, las plantas aromáticas eran las preferidas. (…)
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